Este 29 de junio a las 20:30 el alumnado de la Academia de Estudios Orquestales pondrá el broche final al curso 2016/17 con un concierto en el Espacio Turina de Sevilla bajo la batuta del reconocido maestro Manuel Hernández-Silva, director titular de la Orquesta Filarmónica de Málaga. El programa del concierto incluye la Sinfonía n.º 41, K. 551 en do mayor Júpiter, de Wolfgang Amadeus Mozart, y la Sinfonía n.º 4, op. 120 en re menor, de Robert Schumann.
Este concierto tendrá además un componente social destacado, ya que la Fundación Barenboim-Said apoya la campaña de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) cuando se cumplen 50 años de la ocupación de los Territorios Palestinos, donando a esta institución la recaudación íntegra de este concierto.
Academia de Estudios Orquestales
Además del alumnado de la Academia de Estudios Orquestales han sido invitados a participar en este concierto músicos de la Orquesta Joven de Andalucía y del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla. Para estos jóvenes intérpretes este concierto supone una destacada oportunidad de adquirir experiencia sobre el escenario y en la representación del repertorio orquestal, ambos aspectos decisivos en la formación del músico.
La Academia de Estudios Orquestales fue fundada en 2003 con el objetivo de crear una tradición de excelencia musical en la interpretación del repertorio orquestal mediante el perfeccionamiento técnico y artístico de su alumnado para facilitar su incorporación a orquestas profesionales. Esta institución ofrece asimismo una formación en valores, destacando la importancia de la participación de los músicos en la sociedad a través del hecho musical. El alumnado de la Academia proviene de diferentes ciudades andaluzas, así como de otras comunidades. Durante el curso reciben formación instrumental de alto nivel de la mano de prestigiosos solistas de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, así como formación en música de cámara, participación en talleres orquestales y conciertos.
50 años de ocupación
El próximo sábado 10 de junio la ocupación militar israelí sobre Palestina alcanza los 50 años. Medio siglo de ocupación militar israelí sobre territorio palestino que cada día empuja a una situación humanitaria límite a casi 5 millones de palestinos y palestinas, entre ellos más de 2 millones de refugiados de Palestina sujetos a restricciones extremas de libertad de movimiento. Esta situación afecta directamente a su acceso a servicios básicos como la escuela, el empleo, las tierras agrícolas o la salud. Actualmente UNRWA trabaja para más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina.
Desde su creación la Fundación Barenboim-Said trabaja en Cisjordania a través del Proyecto de Educación Musical en Palestina con el objetivo de ofrecer una educación musical que favorezca un desarrollo cognitivo, social y emotivo equilibrado, ofreciendo a través de la música nuevas vías de expresión y de desarrollo de la imaginación, creatividad y personalidad de los alumnos y alumnas de un entorno desatendido cultural y socialmente.
Las entradas para este concierto benéfico ya están a la venta a través de la página web de ICAS a un precio único de 10 €. Los menores de 25 años tendrán un descuento del 50% en el precio de la entrada. Los asientos no están numerados. Este concierto cuenta con la colaboración del Instituto de la Cultura y las Artes (ICAS) Ayuntamiento de Sevilla.
Refiriéndose a esta imponente sinfonía, el propio Mahler llegó a decir a su amiga la violista Natalie Bauer-Lechner que en ella «pretendía construir un mundo (sonoro) con todos los medios técnicos a su alcance». «Lo que quiero expresar es cambiante, siempre nuevo, y ese propio contenido determina su forma», añadía. Este pensamiento ha sido el motor y guía que ha determinado el gran trabajo de montaje que ha realizado el maestro caraqueño Hernández Silva. Desde el grandioso y programático himno a cargo de las trompas que abre el primer movimiento, la exposición de cada una de sus partes fue encaminada en acentuada progresión expresiva al momento cumbre de su mensaje, cual es el Lento, tranquilo y hondamente sentido tiempo final.
Tal planteamiento fue una de las claves de la bondad estética de este concierto. Cada una de las secciones instrumentales de la orquesta, de modo singular la percusión, se entregaron absolutamente a los dictados de su titular, constituyendo el otro elemento causal de la admirable construcción musical alcanzada con esta obra, en la que Hernández-Silva demostró su sólida formación, mezcla de la mejor tradición vienesa con el espíritu y sentir latinos naturales de su origen hispanoamericano. La tensión del gesto fue el modo con el que expresó un primer tiempo, bien decidido en su cuidada medida, que sirvió como desencadenante efecto espectral de su compleja sonoridad.
Con un calmo y contenido discurso determinó la esencia combinatoria de los dos temas que contiene el segundo, dejando una plácida sensación. Del tercero hay que realzar la excelente intervención del solista Ángel San Bartolomé en su solo de fliscorno, que sustituía la post-horn (trompa postal) original, convertido en catalizador emocional de este movimiento, desde una unívoca colaboración con el podium. En el cuarto fue María José Montiel quien brilló con el lirismo canoro que proyectó sobre los zoroástricos versos de Friedrich Nietzsche, que expresan un eterno e infinito anhelo de gozo. Una gran conjunción coral se pudo apreciar en el quinto movimiento, debiéndose así de resaltar el excelente trabajo realizado por Salvador Vázquez y Narciso Pérez del Campo con sus respectivos coros. Hernández Silva alcanzó un verdadero estado de gracia en el último tiempo, sabiendo condensar todas las emociones de trascendente y profana religiosidad que quería transmitir Mahler en su música.
El último concierto de la presente temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga ha traído a los atriles nada más y nada menos que la Sinfonía nº3 de Gustav Mahler. Una suculenta prueba de fuego para músicos y, especialmente, para su actual director musical que recientemente ha renovado su titularidad ante la misma por otros dos años. No en vano, Manuel Hernández Silva está desarrollando una labor que, como sucediera en sus recordados años al frente de la Orquesta de Córdoba, puede matizarse en un sentido o en otro pero ante la que no cabe duda de que responde a un trabajo cualitativa y cuantitativamente bien hecho.
Resulta significativo el contraste de la prestación del conjunto malagueño entre el concierto de presentación del mismo Hernández Silva hace más de tres años (que por cierto incluía los Kindertotenlieder) con el que comentamos, revelando una notable evolución en cuanto a mero sonido. Aquí convenció por ese sutil juego de texturas, tan mahleriano por otra parte, que ya fuese densamente sinfónico o camerístico, demostró el acreditado conocimiento de este repertorio por parte del director hispanovenezolano. Y particularmente por esa capacidad para ir graduando una in
tensidad que, en cualquier caso, siempre estuvo a flor de piel y que desde luego desembocó en un movimiento final tan hermoso como rotundamente expresivo. En este sentido no hubo freno de mano, si se nos permite la expresión, en esta apuesta decididamente valiente y para nada conservadora que indudablemente tenía su riesgo. No encontramos esos atisbos de calculada contención o sobreprotección que son usuales cuando los intérpretes son conscientes que la obra les excede y en consecuencia asistimos a un Mahler con mayúsculas, en absoluto mediocre.
Por su parte, María José Montiel supo resaltar las principales virtudes de su voz (homogeneidad, proyección y color) al tiempo que disimular sus defectos (dificultades con el estilo, falta de idiomatismo, afectación…). El Coro de Ópera de Málaga y la Escolanía Santa María de la Victoria actuaron con pulcritud y entrega, al igual que unos músicos de la Filarmónica de Málaga que, pese a la – hasta cierto punto comprensible – irregularidad en el nivel de las prestaciones solistas, sin duda estuvieron a la altura de la obra.
Manuel Hernández-Silva dirige la ‘Sinfonía nº 3’ de Mahler con la Filarmónica de Málaga
14 de junio de 2017. Por Alejandro Fernández, CODALARIO
Como sabrán la Filarmónica de Málaga, más de un cuarto de siglo después, sigue sin el escenario ideal para poder realizar conciertos. Cuando hace un par de semanas escuchábamos la Quinta sinfonía de Bruckner de la mano de uno de sus grandes especialistas como es la batuta del madrileño Carlos Domínguez percibimos la misma mixtura de sentimientos entre pudor y asqueamiento, entre náuseas y falta de miras. Esta orquesta no merece ese trato por parte de las administraciones que las sostienen, pero una de las consecuencias de tanto formato bidimensional colgado es la realidad que vive y va a seguir viviendo la OFM en el horizonte más cercano. Especular con el arte sólo genera propaganda para beneficio de muy pocos.
Ha transcurrido más de una centuria del estreno de la Sinfonía nº 3 en re menor, de Gustav Mahler y da la impresión que continúa despertando la misma vehemencia e indiferencia en el auditorio. Manuel Hernández-Silva, titular de OFM también apostó, como en su día hizo Edmon Colomer, por el gran sinfonista de la escuela vienesa en el colofón de la temporada. Colomer la Segunda y Hernández-Silva la particular visión de la Creación que atesora la Tercera sinfonía. Mahler es uno de fuertes del director venezolano, e incluso podemos ir más allá al afirmar que está batuta es la gran embajadora de la escuela vienesa en nuestro país. A lo ya escrito nos remitimos, cada vez que el maestro aborda este pilar del repertorio queda ridículo el reconocimiento que supone el aplauso unánime del público. En el consciente colectivo aún continúan fijados dos referentes hasta llegar a esta tercera mahleriana; por un lado el trabajo expuesto por Bernard Haitink en los PROMS londinenses pasados junto a la London Symphony Orchestra (cómo no recordar también aquella impecable retransmisión guiada por Pérez de Arteaga desde Radio Clásica); y en un ámbito local, la inolvidable versión de la Sinfonía “Resurrección” y la OFM con el entonces titular Edmon Colomer.
La Creación de Mahler
Entre La Creación de Haydn y la Sinfonía en re menor mahleriana no sólo transcurre la centuria que las separa, también concurre la evolución de una escuela y la singularidad de dos decisivos discursos musicales. El bohemio supone también el nexo imprescindible entre un período y otro. Mahler en su particular visión de la Creación -plagada de angustias y preguntas sin respuestas- dibuja un escenario ascendente, no falto de sentido ascético. Hernández-Silva se valió de dinámicas contrastadas, pulso enérgico y acentuado sin menoscabo de remansos suspendidos como el Cómodo, scherzando del tercer tiempo. Cada movimiento formarían esferas dentro de un universo más amplio, la extensión del primer tiempo frente a la divina recreación del Lento final lo atestiguan. Ciento cuarenta y tres minutos de música en estado puro.
El reencuentro con el Coro de Ópera, y concretamente con las cuerdas femeninas del mismo no nos ha decepcionado. Trabajo medido y plegado a las sutilezas de la partitura gracias al esfuerzo de Salvador Vázquez, director de la formación coral que ha sabido aflorar una mayor calidad e intención vocal. Salvador Vázquez, a quien entrevistamos en exclusiva para Codalario el otoño pasado, debuta este próximo dieciséis en el podio de la Orquesta de Radio Televisión Española en el marco de los galardonados en el Concurso Permanente que organiza Juventudes Musicales de España. La Escolanía de Santa María de la Victoria que dirige Narciso Pérez del Campo cerraba el capítulo coral demostrando, una vez más, la intención del maestro y la ilusión que siempre transmite a sus jovencísimos cantores.
Otro de los pilares fijados por Hernández-Silva ha sido la apuesta por la mezzo española María José Montiel. Escuchar a la artista es siempre garantía de buen hacer independientemente de la plaza o el auditorio. Tal ha sido el grado de implicación de esta voz que incluso la emoción se asomaba en sus ojos en la segunda interpretación ante el auditorio del viernes. Entre la lectura del jueves y el viernes apenas diferencias quizás, tal vez, mayor serenidad en la última cita pero en cualquier caso un ejemplo de maestría en la forma y en la técnica.
Y finalmente, el conjunto, una orquesta especialmente recrecida con otros profesionales y futuros instrumentistas estratégicamente dispuestos por la batuta de Hernández-Silva. Pero si algo de inmenso tiene además la Tercera de Mahler son los vasos comunicantes que se establecen entre secciones como la introducción inicial de las ocho trompas o las distintas intervenciones solistas especialmente reseñables la concertino Andrea Sestakova; el papel concertante del fliscorno de Ángel San Bartolomé o en la percusión los dos timbaleros de la OFM Leopoldo Saz y Serguei Trishankov.
Concluye la temporada con el horizonte de una Sexta Sinfonía de Mahler en el cartellone de la Orquesta Filarmónica de Málaga para la próxima y la miseria de una programación que nuevamente vuelve a tener el mismo escenario que no por impropio, indigno, pero que ha agotado ya su ciclo.
Tras presentar la nueva temporada de abono 2017/18 con gran acogida de los medios, Manuel Hernández-Silva clausura su tercera temporada como Director Titular y Artístico de la Orquesta Filarmónica de Málaga con sendos programas que contarán con la participación de Juan Pérez Floristán y María José Montiel como solistas, esta semana y la que viene, respectivamente. En el atril, el Concierto para piano nº 21 de Mozart y la 2ª Sinfonía de Schumann para los dos conciertos de esta semana, y la 3ª de Mahler para la siguiente.
Hernández-Silva se ganó a público y crítica desde su llegada a Málaga con programaciones variadas y atrevidas que profundizan en la memoria sonora de la orquesta al tiempo que se abren a nuevos repertorios; combinando la presencia de figuras consagradas internacionalmente con directores y solistas españoles y una decidida apuesta, marca de la casa, por el talento local; aumentando año tras año el número de abonados; asumiendo una gran responsabilidad en acciones sociales y divulgativas; estrechando lazos con otras instituciones culturales; aumentando la presencia y visibilidad de la OFM en la ciudad y la provincia; y obteniendo reconocimiento general por la senda de excelencia artística que ha tomado la orquesta bajo su dirección, lo que le ha valido una renovación anticipada de su contrato que prolonga su presencia al frente de la formación hasta el verano de 2020.
Manuel Hernández-Silva, director
Se graduó en el conservatorio superior de Viena con matrícula de honor en la cátedra de los profesores Reinchard Schwarz y Georg Mark. En el año de su diplomatura ganó el concurso de dirección Forum Jünger Künstler convocado por la Orquesta de Cámara de Viena, dirigiendo a esta formación en la Konzerthaus de la capital austríaca.
Ha dirigido en grandes festivales internacionales y es un habitual invitado de las orquestas españolas y extranjeras. Ha sido director titular de la Orquesta de Córdoba, director principal invitado de la orquesta Simón Bolívar de Caracas, con la que trabajó intensamente durante más de cinco años, y director musical de la Orquesta Joven de Andalucía. Actualmente es director titular y artístico de la orquesta Filarmónica de Málaga. El maestro Hernández Silva ha desarrollado una intensa actividad docente, impartiendo cursos internacionales de dirección e interpretación, así como numerosas conferencias. Todo ello le ha valido el reconocimiento de los músicos con los que ha trabajado, el del público y el de la crítica especializada.
Ha actuado como director invitado con la WDR Sinfonieorchester, Sinfónica de Viena, de la Radio de Praga, Sinfonie Orchester Biel Solothurn, Rheinische Philharmonie, Sinfónica de Israel, Orquesta Sinfónica de Wuppertal, Filarmónica Janacek, Filarmónica de Seúl (Corea), Nord-Tchechische Philarmonie, Sinfónica de Karlsbad, Filarmónica de Olomouc, Orchestre de Mulhouse, Sinfónica de Puerto Rico, Nacional de Chile, Sinfónica de Venezuela, Filarmónica de Bogotá, Sinfónica Nacional de México, Municipal de Caracas o Sinfónica Simón Bolívar (Venezuela). En España ha dirigido a la Real Filarmonía de Galicia, Orquesta Ciudad de Granada, Oviedo Filarmonía, Orquesta de Extremadura, Sinfónicas de Murcia, Vallés, Bilbao, RTVE, Tenerife, Castilla y León, Principado de Asturias (OSPA), Comunidad de Madrid, Navarra, de Barcelona i Nacional de Catalunya, de Euskadi, Balears o Filarmónica de Gran Canaria o Filarmónica de Gran Canaria, y tiene previsto su debut en la Orquesta Nacional de España en la temporada 17/18.
Reproducimos a continuación tres excelentes críticas debidas a Alejandro Fernández, para La Opinión de Málaga; José Antonio Cantón, para Scherzo; y Manuel del Campo, para Diario SUR; de los conciertos realizados por Carlos Domínguez-Nieto al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga con al Sinfonía nº 5 de Anton Bruckner en programa.
Consumado bruckneriano
José Antonio Cantón – Málaga. Teatro Cervantes. 25-V-2017. Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obras de Anton Bruckner.
Hay obras de arte que quedan en la historia con tal fuerza, y a la vez razón de ser, que hay que recurrir a ellas periódicamente para alimentarse de su potencia estética y así no perder la perspectiva de la impronta de su distinción. Es el caso de la Sinfonía nº 5 de Anton Bruckner que, por las dimensiones de su plantilla, complejidad estructural y dificultad artística no es frecuente poder admirar desde la batuta de un enamorado, convencido e identificado maestro con la música de este gran sinfonista austriaco. Carlos Domínguez-Nieto, después de unos años, ha vuelto al pódium de la OFM para dirigir esta obra en el antepenúltimo concierto de su temporada de abono, sin haber generado la expectación que, por el resultado de su actuación, hubiera sido deseable. Así, el hecho de que la sala del teatro estuviera con escaso público, favoreció de algún modo la expansión acústica que requiere el sinfonismo de Bruckner que, de haberse producido en ese ideal, esperado y deseado nuevo auditorio de Málaga, hubiera significado una singular experiencia para el oyente.
Desde su entrada en el escenario, el director irradió un aura de distinguida elegancia que llamó la atención de un auditorio expectante, sensación que se vio reflejada en los primeros pulsos del inicio de la sinfonía antes del Allegro subsiguiente. Esta lúgubre introducción sirvió de carta de presentación de la que sería a la postre una excelente interpretación. Domínguez-Nieto parecía como si tuviera gustosamente atrapada a la orquesta en la red de sus indicaciones, llena de detalles en lo técnico y diversa en lo emocional, hasta el punto de cautivar también al oyente que percibía como la cinética del maestro se reflejaba con rara correspondencia en cada compás de este movimiento, como el manifestado en el logrado contraste de dinámicas con el que transmitió su tercer tema para ir así preparando la coda, en la que acentuó el soberbio entendimiento que este músico tiene de esta sinfonía, que fue la preferida del autor aunque, desgraciadamente, nunca llegó a escucharla.
Tensión y serenidad fueron las armas que empleó en su planteamiento del Adagio, para así enfatizar la oposición temática en la que este se sustenta. El maestro impulsó al instrumento orquestal a que se asemejara a un órgano ideal desde sus enigmáticos pizzicati iniciales, contrastados por unos flautados a cargo de la madera que llevaban al oyente a un estado de meditación. Conseguido ese propósito inicial, la melodía, la armonía y el ritmo fueron sus aliados expresivos hasta llegar al candente segundo tema, donde dibujó con calculados gestos la grandiosidad sonora de su contenido. En este tiempo se confirmaba que el auditorio estaba ante un consumado bruckneriano, que conoce el camino a seguir para justificar sobradamente la extraña, compleja y a la vez simple belleza que encierra esta música, muy complicada para aquellos directores de irregular o escasa formación intelectual.
Esta cualidad se vio reflejada en cómo construyó el tercer movimiento, un asombroso Scherzo en el que Bruckner despliega todo su talento arquitectónico. Sus contrastes rítmicos y dinámicos fueron expresados con tal autoridad que no había por mínimo que rendirse ante la materialización sonora de un entendimiento superior a la vez que profundo, que sólo puede manifestarse después de un exhaustivo estudio, hasta el más mínimo detalle de cada uno de sus pentagramas, y un excelente trabajo de ensayo en un corto periodo de preparación y montaje como el que es habitual actualmente en las orquestas, lo que da una idea de su capacidad y seguridad como director. Su exposición del trío tuvo un exquisito destello romántico, posiblemente poco imaginable en una mente tan adusta, austera y religiosa como la que tenía este compositor.
Como si de un resumen de su actuación se tratara, hay que entender su interpretación del movimiento final de la sinfonía, coincidiendo con el planteamiento creativo del autor. Marcó los pasajes fugados con expansiva precisión, con determinante lirismo aquellos de manifiesto carácter melódico y de forma jubilosa y triunfante los episodios corales como se manifestó en la coda, donde la sección de metal de la OFM tuvo que dejar constancia de su capacidad en afinación, conjunción dinámica y potencia de emisión. El momento culminante fue la doble fuga final, con la orquesta llevada al más alto grado de sus posibilidades expresivas. El oyente culminaba así una experiencia de escucha que no es frecuente disfrutar.
Sin duda, éste ha sido uno de los conciertos más importantes de la presente temporada de la OFM, significando una muy grata sorpresa la figura de este director para quien aquí suscribe, ante tanto colega de medio pelo sólo sustentados por soportes mediáticos fieles a los dictados de la mercadotecnia y a frívolos juicios de transmodernista e indefinida «puesta en valor». Cada vez es más complicado encontrar un director que convenza ad intra y ad extra como lo hace Carlos Domínguez-Nieto, una figura en alza donde las haya en esta compleja y difícil profesión, y además, español.
Cuando la fe no basta
Alejandro Fernández 26.05.2017 | 23:51 – Filarmónica de Málaga – Lugar: Teatro Cervantes. Director: Carlos Domínguez-Nieto. Programa: Sinfonía nº 5 en si bemol mayor, WAB. 105, de A. Bruckner
La recta final de la temporada de la Filarmónica nos reserva tres citas de altísimo nivel artístico y, por qué no decirlo, ambiciosas. Ésa es la intención, cuestión aparte es la realidad o, mejor dicho, la soledad. Más allá del hecho puntual de descubrir una sala con apenas un par de cientos de asistentes (lo que tiene su propia reflexión y múltiples respuestas) la OFM sigue décadas después sin el contenedor necesario para desarrollar profesionalmente la actividad cultural para la que fue concebida. El auditorio no tiene como fin primero disponer cómodamente a sus abonados y aficionados, sino dotar al conjunto sinfónico de los elementos técnicos que permitan la acústica propia de una orquesta como la nuestra.
Bruckner estuvo solo, inmensamente solo pero como aficionado sigo reclamando menos paternalismos y sí la necesaria solución a las más que evidentes deficiencias acústicas del Cervantes, espacio en el que, por otro lado, estamos de prestado y precisa también otro debate sereno; entre el veinte por ciento y los jueves hay una realidad que se llama media de asistencia trufada por la propia idiosincrasia malagueña. Por todo esto, tras la monumental interpretación de la Filarmónica y Carlos Domínguez-Nieto en la batuta del quinto trabajo sinfónico bruckneriano la impresión es una mezcla de sonrojo, admiración y deseo.
El perfil decididamente internacional no sólo en el capítulo formativo, sino también profesional, focalizado en Centroeuropa, hace del madrileño Carlos Domínguez-Nieto toda una autoridad al considerar su perspectiva del gran sinfonismo. Nada queda a la improvisación, todo responde a un esquema centrado en el pulso y la dinámica que, más que ascenso, es una profunda evolución posible gracias a que respira la partitura. Ésa fue la proeza de Domínguez-Nieto en el podio de la Filarmónica, como otro atril más, en la lectura de Quinta Sinfonía de Bruckner. No hubo milagro, pero sí un trabajo para referenciar a nivel profesional y, de paso, inolvidable como oyente.
Un caminar lento, apesadumbrado, marcado por las cuerdas graves, antecedía al adagio-allegro inicial sobre una atmósfera opresiva que caracterizaría el primer tiempo dibujado por Domínguez-Nieto. Continuó un adagio suspendido, compacto y coherente de principio a fin; aquí la dirección incidió en las simetrías y paralelos que guarda con el movimiento inicial. El scherzo enlazado con el adagio precedente descubre en el tema danzante que guarda cierto espacio para distraer la tensión hasta la conclusión donde Domínguez-Nieto pudo extraer del conjunto una emisión rotunda. Durante toda la interpretación se sucedió algo más que complicidad entre músicos, la definición correcta no es otra que la suma de esfuerzos de los profesores y concretamente entre secciones, la solvencia de las maderas y el bruñido de los bronces en la construcción de la arquitectura sinfónica ideada por el compositor… Todo como un alegato a la fe y la convicción que la sostiene. Éste fue el Bruckner que nos hizo respirar Domínguez-Nieto.
Acercándonos a Bruckner
Manuel del Campo – Diario SUR – 27.05.17 – Orquesta Filarmónica de Málaga – Carlos Domínguez-Nieto – Sinfonía nº 5 en si bemol mayor, de A. Bruckner
Carlos Domínguez-Nieto dirige la 5º Sinfonía de Anton Bruckner con la Orquesta Filarmónica de Málaga los próximos 25 y 26 de Mayo de 2017, en el Teatro Cervantes. Previamente durante ese mismo mes de Mayo grabará un disco con Olga Scheps y la WDR Symphonieorchester para SONY, y otros compromisos posteriores incluyen grabaciones y conciertos con la Philharmonie Südwestfalen, La cenerentola, de Rossini, con la Ópera de Cámara de Múnich, y concierto con la BR-Rundfunkorchester.
Carlos Domínguez-Nieto
Nacido en Madrid en 1972, estudia piano, violoncello y composición en el Conservatorio Profesional de Música-Amaniel y en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y composición y dirección de orquesta en la Hochschule für Musik und darstellende Kunst en Viena (Leopold Hager, Uros Lajovic) y en la Universidad Mozarteum de Salzburgo (Dennis-Russel Davis, Jorge Rotter). Termina sus estudios con las máximas calificaciones. En 1997/98 fue director asistente de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) y de la Münchner Jugendorchester. En 1999 ganó por concurso el puesto de director asistente de Iván Fischer en la Orquesta Festival de Budapest. En 2001 ganó el primer premio en el 8º Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de la Fundación Oriente de Lisboa. Ha dirigido la Orquesta Sinfóncia de Navarra, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, la Orquesta Filarmónica de Varsovia, la Orquesta Sinfónica de Hungría, la Orquesta de la Ópera Nacional de Hungría, la Bruckner Orchester Linz, la Orquesta Metropolitana de Lisboa, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y la Sinfónica de Rosario en Argentina, la Orquesta de la Universidad Nacional en México y las Sinfónicas de Aragua, Falcón, Guárico, Mérida en Venezuela.
En el año 2000 hizo su debut como director de ópera en Salzburgo con El cazador furtivo de C. M. von Weber. Desde ese mismo año y hasta 2005 es director titular de la Ópera de Cámara de Múnich donde ha presentado 13 nuevas producciones. Además dirige regularmente en el Teatro de la Ciudad de Klagenfurt (Austria) –Flauta mágica y Carmen– y en el Südostbayerisches Städtetheater – Passau (Alemania), la Orquesta Sinfónica de Múnich, la Staatsphilharmonie Halle, la Orquesta de la Radio de Múnich, las Orquestas Sinfónicas de Nürnberg, Hof, y Múnich. Desde su debut con gran éxito con la Orquesta Sinfónica de la WDR y la Filarmónica de Múnich ha vuelto a trabajar con frecuencia con estas orquestas y lo seguirá haciendo en próximas temporadas.
Ha grabado para Sony-BMG y la Radio de Baviera, con la Orquesta Sinfónica de Múnich, la Orquesta de la Radio de Múnich y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria entre otras. Desde su fundación en 1997 es el director titular de la orquesta de cámara Concierto München. Desde 2009 es director titular del Teatro de Ópera de Eisenach en Alemania, cuyo contrato fue renovado en 2010 como Director General de Música. Entre sus recientes y próximos compromisos cabe destacar sus conciertos con WDR Sinfonieorchester, Hofer Symphoniker, Sinfónica de Múnich, Staatskapelle de Halle, Orquesta Mozarteum de Salzburgo, Orquesta de ORTVE, Bayerische Kammerorchester, Sinfonieorchester Basel, Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, Brucknerorchester Linz, Staatskapelle Halle, Württembergische Philharmonie, Nordwestdeutsche Philharmonie, Real Filharmonía de Galicia u Orquesta Filarmónica de Málaga.
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