Compartimos algunas de las excelentes críticas recibidas por Manuel Hernández-Silva tras su regreso a Málaga para dirigir a la Filarmónica por primera vez desde que cesó en sus funciones como director titular y artístico de la formación durante seis temporadas.
Con la música a esta parte
Manuel Hernández Silva volvió a subir a la tarima del Teatro Cervantes ante la OFM, de la que fue titular hasta 2020, como batuta invitada
Pablo Bujalance, Málagahoy, 7 de mayo de 2021
La despedida como director titular de la Orquesta Filarmónica de Málaga de Manuel Hernández Silva (Caracas, 1962) no pudo ser más amarga: la pandemia del coronavirus obligó a suspender en marzo del año pasado la temporada de abono, así como el resto de programas, con lo que nuestro hombre, que dejaba su puesto en junio, asumió la espina que iba a dejarle la imposibilidad de decir adiós a su público en el lugar correspondiente, la tarima del Teatro Cervantes. Fue una situación injusta en la medida en que la huella que Hernández Silva ha dejado en la vida cultural malagueña en general y en la OFM en particular es honda y de largo alcance. Desde su llegada en 2014, la orquesta ganó abonados cada año (tal y como había sucedido anteriormente en la Orquesta de Córdoba con Hernández Silva al frente) y consolidó nuevos públicos en propuestas alternativas como La Filarmónica frente al Mar, en La Térmica, lo que confirmó que el proyecto que traía el director para la agrupación era el que la ciudad necesitaba. Especialmente visible fue su labor en la relación del Teatro Cervantes: bajo su titularidad, la OFM oficializó su vínculo de manera preeminente con el teatro (una cuestión que, inexplicablemente, seguía pendiente desde el debut de la OFM en 1991 en el Cervantes), con lo que diversas citas anuales que antes quedaban en manos de orquestas contratadas (como el tradicional Concierto de Año Nuevo) pasaban a tener en la Filarmónica a su primer protagonista. Hernández Silva llevó a la OFM a los conservatorios profesionales de Málaga y reforzó de manera notable su labor educativa. Tampoco faltaron tragos amargos, como la huelga de músicos, la primera en la historia de la orquesta, a la que el director tuvo que hacer frente en 2019 (“El momento más difícil de toda mi carrera”, afirmó en junio del año pasado); y, sobre todo, el llegar al fin de su labor en Málaga sin ver ni siquiera encauzado el proyecto del Auditorio, que reclamó de manera vehemente en cada ocasión servida. Que quedara esa despedida por formalizar añadió notables dosis de tristeza al varapalo que supuso cancelar la temporada pasada antes de tiempo, y justo por eso esperaba Hernández Silva como agua de mayo su regreso como director invitado a la temporada de abono del Cervantes. Pues bien, el regreso se produjo finalmente este jueves, en el duodécimo programa de la temporada de abono de la OFM, con obras de Brahms y Schumann (dos de los compositores predilectos de Hernández Silva, formado en Viena) y con la violinista Ana María Valderrama como solista. Y sí, la despedida fue emocionante y cálida, muy a pesar del aforo reducido drásticamente a cuenta de las distancias sanitarias: “Habría preferido volver con el teatro lleno, pero lo importante era estar. Mi presencia aquí, de nuevo, es para mí la mejor despedida”, afirmó el director a Málaga Hoy pocas horas antes del concierto, que tendrá este viernes, como es tradicional, su segundo pase.
Pero las emociones ya venían dándose “desde que puse el pie en Málaga otra vez”, explicó Hernández Silva. El reencuentro con los músicos en la sala de ensayos fue ya “muy cálido, muy cordial y a flor de piel. Los maestros me expresaron su afecto, como siempre. Compartimos seis temporadas, así que es mucho lo que nos une. Para mí es un placer volver a trabajar con ellos, espero que haya más oportunidades en el futuro”. Respecto al futuro, Hernández Silva seguirá siendo hasta el 31 de agosto director titular de la Orquesta Sinfónica de Navarra, cargo que compaginó en sus últimos años en Málaga al frente de la OFM; y, después, trabajará en otros proyectos y como director invitado en orquestas de todo el mundo, pero, tal y como pretendía, sin estar vincular a titularidad alguna: “Recientemente me llegó una oferta muy, muy interesante para ser director titular de una gran orquesta. Pero la rechacé. La titularidad es una experiencia muy enriquecedora, pero también exige muchas responsabilidades y yo prefiero disfrutar ahora de más libertad, poder desarrollar otros proyectos más personales y conocer otras orquestas”. Un reciente mal trago para su salud, del que se repuso felizmente, parecía destinado a rebajar el entusiasmo de Hernández Silva, pero su ímpetu caribeño es el mismo de siempre.
Los adioses de Hernández Silva
Reseña del concierto de abono de la OFM que supuso el regreso de su ex-director
Alejandro Fernández, La Opinión de Málaga, 9 de Mayo de 2021
Un mes y medio después del último abono de la Filarmónica de Málaga, a finales de marzo, volvía la primera orquesta al escenario de la hégira azul con el fracaso del fallido ‘Il Barbieri’ de cuerpo presente, y la no menos controvertida noticia del reparto de pluses difícil de encajar e imposible de digerir. Abono que era también para el reencuentro con los aficionados y especialmente, en el centro de todo, los adioses del que ha sido maestro titular de la Filarmónica de Málaga hasta la pasada temporada, Manuel Hernández Silva.
El maestro no desaprovechó la oportunidad para volver hacer gala del sentido orgánico con el que dota cada lectura de sus interpretaciones sobre la base de un pulso firme, los acentos sobre dinámicas coloreadas que en la emisión se resuelven con una factura sólida que no excluye la propia personalidad del maestro y donde el ritmo proporciona los cimientos de sus propuestas musicales. La Filarmónica de Málaga pierde una gran batuta, y hay que apuntarlo sin ninguna reserva, pero como conjunto se queda con todas estas claves que son las que definen a una gran orquesta, que en el caso de la OFM quedaron demostradas con las versiones de la Tercera y Sexta mahlerianas o la apuesta que realizó el maestro tanto de solistas, como de voces locales por anotar alguno de los éxitos y contribuciones.
Programa alemán, el del abono pasado, centrado en el romanticismo sinfónico de R. Schuman y su extensión en el universo sinfónico y concertante de J. Brahms. Nueva y ambiciosa propuesta musical en el concierto pasado -obertura, concierto y sinfonía- sobre el arco temporal de mediados del diecinueve y el comienzo del último tercio de centuria en pleno auge de las grandes escuelas nacionales en lo que apetecía, al menos en presupuesto, una continuidad formal y orgánica de dos compositores asentados en la herencia clásica.
Tras la interpretación de la obertura ‘Genoveva’ de la ópera romántica de R. Schumann quedaban anotadas las claves interpretativas del concierto dando paso al esperadísimo reencuentro con el violín de Ana María Valderrama. La gran intérprete española reivindicó el peso de una página central del gran repertorio como es el Concierto en Re mayor de J. Brahms dibujando un primer tiempo en continuo debate entre orquesta y solista ambicioso con la dificultad añadida de las líneas sinfónicas que vuelca el compositor en la partitura en contraste al sentido íntimo de intencionada vocación lírica que en el caso de Valderrama puso a prueba la musicalidad de las cuerdas de la gran intérprete española. En el allegro giocoso de cierre batuta y solista dibujaron un escenario sonoro danzante muy efectista que remata los esfuerzos de los movimientos precedentes.
La segunda incursión sinfónica del músico hamburgues cerraba el abono de despedida del maestro Hernández Silva, sobre la idea de un primer tiempo meditado muy contrastado con los tiempos centrales para enlazar con el firme y explosivo allegro con spirito de cierre gracias a la complicidad de unos metales decididamente inspirados, el no menos destacado papel de la maderas de la OFM y la densidad aportada por las cuerdas graves de la Filarmónica.