El Cuarteto Bretón protagoniza el quinto y último de los conciertos del ciclo organizado y presentado por La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con motivo del 150 aniversario de la creación de la Sección de Música el próximo 14 de noviembre a las 12:00. Y como vienen siendo marca de la casa desde hace más de dos décadas, el Cuarteto Bretón dedica todo el programa a compositores españoles, en este caso Ernesto Halffter (1905-1989): Cuarteto de cuerda (1923, rev. 1933), dedicado a su madre, Rosario Escriche Erradón; Ramón Barce (1928-2008): Cuarteto de cuerda V (1978), conocido como el Cuarteto n.º 5; y Conrado del Campo (1878-1953): Cuarteto n. º5, en Fa menor “Caprichos románticos” (1908) versión de cuatro movimientos, inspirado en poemas en una colección titulado Rimas por Gustavo Adolfo Bécquer.
El Cuarteto Bretón se ha destacado a lo largo de toda su trayectoria por una especial atención al repertorio español para cuarteto de cuerda, tanto histórico como actual, siendo dedicatarios de numerosas nuevas obras así como responsables de innumerables estrenos y recuperaciones históricas, así como de una ya nutrida discografía, lo que le ha valido reconocimientos. En este caso el Bretón se centra en tres compositores muy diferentes que representan a tres generaciones distintas de autores del s. XX. Reproducimos aquí las notas de José Luis García del Busto para este programa del Cuarteto Bretón en la RABASF:
Unos meses después de que el gran crítico Adolfo Salazar conociera y descubriera al jovencísimo Ernesto Halffter (1905-1989) y escribiera una carta a Manuel de Falla recomendándole a este “chico madrileño, hijo de alemán y española, que es una cosa extraordinaria como facultad de creación y asimilación, casi todo instintivamente” …, el señalado, Ernesto Halffter, compuso (marzo de 1923) su único Cuarteto de cuerda atenido a la forma clásica, obra que revisaría diez años más tarde. Tras su estreno en Madrid, este Cuarteto permaneció largos años olvidado, pero su recuperación en 1993 fue recibida muy positivamente. El académico y compositor -como tal, también presente en este concierto- Ramón Barce, se refirió certeramente a la música del joven Ernesto Halffter observando en ella un “cruce de neoclasicismo, impresionismo y un popularismo que, en el Cuarteto, no pasa de ser airecillo intermitente».
Ramón Barce (1928-2008) fue autor de once cuartetos de cuerda, un género que, según propio testimonio, siempre consideró parte esencial de su producción, hasta el punto de que afirmó que “en mis cuartetos se reflejan de una manera exacta todas las fluctuaciones e intenciones de mi estética”. Su Cuarteto n. 5, en tres movimientos, fue escrito en 1978 y se estrenó en el Festival de Alicante de 1987. El propio Barce comentaba así la obra que vamos a escuchar: “En este Cuarteto reina la escritura más absolutamente horizontal, casi elusiva armónicamente. Todo el material fluye sin detenerse en una especie de apoteosis melódica. Todos los intervalos siguen por igual a ese movimiento incesante y tranquilo, pero muy especialmente las octavas, que no solo articulan saltos melódicos característicos, sino que aportan de continuo variaciones de color”.
El concierto de hoy se cierra con el Cuarteto n. 5 (Caprichos románticos) del maestro Conrado del Campo (1876-1953), intérprete de viola y como tal integrante del célebre Cuarteto Francés, prestigiado profesor de Composición y compositor cuya obra está siendo en los últimos lustros merecido objeto de estudio, difusión en conciertos y grabación. Y acaso especialmente los cuartetos de cuerda, un género en el que Del Campo vertió mucha dedicación e inspiración. Su amplísimo catálogo es una decantación de sus referencias más notables: la gran tradición germana -Beethoven, Wagner, Strauss- y el ejemplo de Falla que le llevó a abrir sus pentagramas a acentos populares españoles (básicamente castellanos). Su quinto Cuarteto, titulado Caprichos románticos e inspirado en las Rimas de Bécquer, es seguramente el más difundido de los catorce que catalogó en 1986 quien fuera su último discípulo, Miguel Alonso, y que, en palabras de Tomás Marco, constituyen “el corpus cuartetístico más importante producido en España en el siglo XX”. Federico Sopeña consideraba este Cuarteto como” escrito desde la vehemencia: es un verdadero vendaval, espuma de una gran tempestad interior”, y añadía: “Es una obra de hermoso impulso romántico engranado ya en una espléndida madurez de oficio. Hacer poemática la tradicional severidad del cuarteto es una bella hazaña a la que no es ajena la influencia de Strauss ni el cromatismo expresivo de Franck, pero el acento es absolutamente personal y no sin cierto carácter de autoconfesión, de experiencia vivida en realidades y ensueños”.