Hernández-Silva viene de obtener un sonoro éxito en sus dos programas al frente de la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, como lo reflejan las críticas aparecidas en diferentes medios de comunicación argentinos e internacionales y en las que se destaca su detallado conocimiento de las partituras, técnica, musicalidad, atención al detalle y capacidad para acompañar a los solistas y obtener las mejores prestaciones del prestigioso conjunto bonaerense. Estos son algunos fragmentos de las diversas reseñas aparecidas en diarios de solera, como Clarín, o medios digitales como Olyrix o De Paraíso para Usted.
Temperamento y personalidad en escena
Extraordinario concierto del Ciclo de Abono de la Filarmónica en el Colón – Martha Cora Eliseth para De Paraíso para usted
La orquesta acompañó perfectamente a la pianista, bajo la magistral dirección de Hernández Silva. En el segundo de los tres movimientos (Allegro scherzando), el scherzo de Filjak fue magistral, con una profundidad y equilibrio sonoro entre orquesta y solista como hacía rato que no se escuchaba en el Colón.
Para la segunda parte del concierto, Manuel Hernández Silva eligió la Sinfonía n° 8 en Sol mayor de Dvorák, obra que integra el repertorio habitual de la Filarmónica y que la ha ejecutado en un sinfín de oportunidades. Pero pocas han alcanzado el nivel de perfección y luminosidad que la ofrecida anoche por Hernández Silva, que descolló por su brillante calidad interpretativa y por la pureza de su sonido.
Cuando hay ensayo, disciplina y esfuerzo, la Filarmónica demuestra su calidad, sonando como una orquesta europea. En este caso, Manuel Hernández Silva ha sido un ingrediente más, que contribuyó con su personalidad y talento para dar brillo y luminosidad a la misma, en una noche digna del Colón. Una auténtica revelación sobre el escenario de nuestro mayor coliseo.
Les Nuits d’été de Berlioz dans le jardin d’hiver (à la française) du Teatro Colón
Sébastien Vacelet para OLYRIX
Les cinq pièces composant Ma Mère l’Oye, dans leur version symphonique, offrent un délicat panorama cotonneux et ouaté de ce jardin à la française qui s’annonce riche en couleurs et en nuances, et que l’orchestre de Buenos Aires parvient à transmettre sous les coups de la baguette, parfois magique, de Manuel Hernández-Silva, très inspiré et précis dans sa direction. La gestion des volumes et des tempi est particulièrement surveillée (III, Laideronnette), Manuel Hernández-Silva restant très attentif à l’exécution de ses indications gestuelles, souples et précises. Le fondu enchaîné de la harpe, du triangle puis des violons dans Les Entretiens de la Belle et de la Bête (IV) est un bel exemple de coordination pour faire émerger cette impression de merveilleux qui est le trait d’union esthétique de Ma Mère l’Oye et qui trouve dans Le Jardin féérique (V) une conclusion enchanteresse.
Au Cimetière (V) est l’occasion de voir le texte s’entremêler avec la mélodie, cette pièce évoquant elle-même une chanson «sur les ailes de la musique», tandis que les nuances chatoyantes de l’orchestre, sous les instructions de son chef, ménage des effets en écho à ceux des vers.
La deuxième partie du concert ouvre à ce jardin à la française un nouvel horizon d’outre-Rhin: l’exécution de la Symphonie n°2 de Schumann renforce encore une impression qui s’est établie jusque-là. La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires répond à la lettre à toutes les sollicitations de Manuel Hernández-Silva et leur assure de chaleureux applaudissements.
Dirigida por el venezolano Manuel Hernández-Silva, la orquesta se lució con obras de Ravel, Schumann y Berlioz.
Crítica. Muy bueno – La Filarmónica, en un programa con aura – Federico Monjeau para CLARÍN
También fue un acierto el director. El venezolano Manuel Hernández-Silva reemplazó al francés Lionel Bringuier, ausente por motivos de salud. Hernández-Silva nació en Caracas, se graduó en Viena y actualmente es titular de las orquestas de Málaga y Navarra. En la suite de Ravel y en las canciones de Berlioz consiguió que la orquesta sonara expresiva y detallada aún en los más sorprendentes pianísimos. La orfebrería raveliana contó además con impecables intervenciones solistas, especialmente Pablo Saraví en la breve pero significativa intervención del violín solo sobre el final del cuarto número, Conversación entre la Bella y la Bestia. Y otro acierto fue la solista de las canciones de Berlioz, la mezzo irlandesa Tara Erraught, de bellísimo timbre, entonación justa y una expresividad matizada y al mismo tiempo reservada. Hernández-Silva mantuvo un equilibrio sin fisuras entre orquesta y solista.
Si en las dos primeras obras del programa el director Hernández-Silva se mostró extremadamente reservado, en Schumann alcanzó puntos de gran intensidad emocional, sin descuidar a su vez la continuidad de la forma y los detalles. También aquí debe subrayarse el gran papel de los solistas, especialmente el oboe, el clarinete y el fagot.