Alondra de la Parra y Pacho Flores hicieron bailar al Palacio Euskalduna
Alondra de la Parra y Pacho Flores, con la ayuda de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, consiguieron que el palacio Euskalduna vibrara con un programa variado donde predominaron obras con un marcado carácter latino. La brillante interpretación consiguió que la temperatura ambiente aumentara un par de grados producto de la energía desprendida.
La maestra mexicana demostró a lo largo de la noche su buen hacer desde el podio de la BOS. Con un gesto elegante, preciso y enérgico consiguió que la orquesta sacará lo mejor de sí, ya fuera en los momentos en los que su papel estaba en un segundo plano como cuando debía erigirse en protagonista. Ritmos vivos pero controlados, junto a una amplia gama de matices sonaron de manera natural bajo su batuta. Consiguió un completo entendimiento no solo entre los instrumentos de la orquesta, sino entre esta y el solista.
El trompetista venezolano Pacho Flores ofreció una interpretación sobresaliente. Mostró un fraseo ágil y preciso en los momentos más vehementes, y otro tan melodioso como tenso en los compases más reflexivos. Dominó por igual tanto las tesituras agudas como las más graves, obteniendo un sonido brillante en ambos extremos.
El concierto se inició con la interpretación de la obra Huapango del compositor mexicano José Pablo Moncayo. Compendio de bailes mexicanos, las diversas melodías se fueron alternando en las diferentes secciones orquestales. Resultó especialmente destacable el diálogo entre la trompeta y trombón que se estableció en la parte final de la obra.
El compositor sueco Christian Lindberg escribió el concierto para orquesta y trompeta Akbank Bunka, en 2005. Los toques de jazz dominaron el primer movimiento de la obra con una velada orquesta que cedió el protagonismo a los trinos y escalas interpretados por Pacho Flores. El segundo movimiento, con un mayor protagonismo orquestal, presentó un claro color oriental hasta su súbita resolución en un último y rapidísimo movimiento donde solista y orquesta entablaron un diabólico diálogo musical magistralmente ejecutado por ambos.
El compositor uruguayo Efraín Oscher dedicó el Concierto mestizo para trompeta y orquesta a Pacho Flores dentro de la colaboración de ambos como parte del programa de educación musical venezolano “El Sistema”. El solista salió al escenario con las dos trompetas y el fliscorno para los que está escrita la obra y ofreció una interpretación llena de matices que resultó una invitación continua al baile. Los ritmos más pausados se fueron sucediendo por otros más dinámicos. El trompetista interpretó fuera de programa la pieza Merengue venezolano de Aquiles Báez.
Los primeros acordes, junto a los chasquidos de la maestra y parte de la orquesta nos trasladaron rápidamente al Nueva York de mediados del siglo XX. Es inevitable que la conocida música de West Side Story no nos presente en la mente imágenes de la película de Robert Wise. Los aires de jazz y la dinámica interpretación de la orquesta invitaron, una vez más, al baile. Las melodías y los ritmos iban mostrando el crisol cultural que la obra destila. La influencia europea se mostró más marcada en los momentos de protagonismo de las cuerdas, mientras que la percusión evocaba sabores más norteamericanos. El viento metal triunfó cuando el sabor latino salió a escena, destacando especialmente un muy dinámico Mambo que daba la sensación de que era gritado tanto por orquesta como por público. Un delicado piano, unos precisos pizzicatos de la cuerda y un delicioso solo de flauta guiaron la obra hacia sus últimos acordes.
La interpretación fuera de programa del Danzón núm. 2 de Arturo Márquez puso fin a un estupendo concierto que hizo bailar al Palacio Euskalduna al ritmo de la música latina.